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Reflexión mosaico génetico
Al ver los resultados de mis ancestros genéticos me llevó a preguntar si sería posible conocer mi gen primogénio, sueño imposible que se suma al deseo del hombre al querer conocer el origen de éste, en mi caso mi origen.
Si pienso que vengo de un desarrollo biológico desde las criaturas más simples hasta llegar al día de hoy, mi historia no terminaría de contarla y probablemente me perdería en la narración.
Si acoto mi historia a mis ancestros más cercanos, entonces mi historia se acorta, se parcializa al encontrar que mi origen no solo tiene que ver con una evolución genética, sino también con una historia familiar y el entorno que me rodea.
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Yo soy quien soy y me parezco a tantxs
Sin duda, somos producto de muchas determinaciones: la biológica, por la que pertenecemos a la especie humana; la genética, que nos particulariza ancestralmente como individuos; la cultural, que nos ubica en un tiempo y espacio históricos; la social, que nos ubica en un determinado lugar de ese contexto histórico y finalmente, la política, que elegimos. ¿Qué peso le damos a cada una de estas determinaciones en el intento permanente de constituirnos como individuos? Los extremos son relativamente fáciles de establecer, por ejemplo, habrá a quien le importe el linaje, tan preciado, tan banal y tan anacrónico, no por nada existen aún monarquías en el mundo, pero la realidad es que somos la mayoría los que existimos y vivimos por razones mucho más simples, generalmente por la constitución de una nueva familia, y resulta relativamente fácil establecer los orígenes inmediatos y conocer la genealogía familiar.
Yo sé que tuve un bisabuelo catalán que viajó a fines del siglo XIX a Cuba y después a México, donde fundó una librería. También supe, por casualidad, que mi apellido llegó a América con la Conquista a través de un conquistador que se estableció en el occidente del país. Incluso, hay una provincia de Híjar en España, cerca de Teruel, con la que hasta ahora no encuentro relación alguna. El resto de mi familia, abuelas y abuelos, nacieron aquí entre Pachuca, Guanajuato y la Ciudad de México.
La cuestión es que, históricamente definidos, provenimos de mestizajes genéticos y culturales que importan (o no) cuando adquirimos y construimos la conciencia de nosotros mismos. Es ahí, en ese momento y en ese proceso que somos quienes somos producto de una suma de identidades, entre las que elegimos y las que no, que operan en los diversos frentes de nuestra existencia. Sin duda, hay un núcleo duro: humana-mujer-mexicana, al que se van sumando otras identidades personales, por elección, que nos caracterizan y definen.
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Dirá por mucho la sangre todo aquello
La raigambre de una cultura es su migración.
Las mojoneras, las líneas fronterizas,
las aduanas cuando significan supremacismo y actúan
desde el prejuicio
bajo la sospecha de que los que llegan
lo hacen para pudrir los acervos de los anfitriones,
asfixiará las potencias de cualquier civilización.
Las metáforas fundacionales de los caminos recorridos,
las de la movilidad de los cuerpos en el mundo pero sobre todo de las ideas,
que permiten compararnos por su claroscuro,
las ideas que van por saber que en las antípodas,
que en las maneras, en las sabidurías arracimadas en los dominios
más lejanamente opuestos se descubre el rejuvenecimiento de su sí mismo y es más,
la posibilidad incluso de una cultura dada, lo es todo.
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Mi nombre es Gabriel ibarra y soy mexicano, aunque… ¿soy mexicano?
Nacido en el estado de México de madre michoacana y padre guanajuatense siempre forme mi identidad con base a los referentes externos cercanos a mi persona, SOY chiva de corazón por identificación con mi padre (es su equipo de soccer favorito) y estudioso por parte de mi madre (en su momento me dio clases en la escuela y me exigía el doble de esfuerzo que al resto de sus alumnos), de mas grande busque la identificación con la cultura que según yo iba conmigo: la maya tolteca. En esta tradición la disolución del ego es una tarea obligada y muchos de los simbolismos que constituían mi personalidad se fueron abajo, sin embargo, seguía siendo MEXICANO.
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Reinterpretarme, re imaginarme
Muchas cosas asombrosas existen y, con todo, nada más asombroso que el hombre.
Antígona, Sófocles
La imaginación como el asombro se manifiesta de formas insospechadas. Si por algo son tan poderosos ambos conceptos es porque son capaces de moldear nuestra mente. Llevo años interesada en conocer qué es, cómo, porqué y para qué imaginamos y he de decir que, en el mismo documento donde me presentaron los resultados de mi estudio genómico de composición ancestral, me fue entregada, también, una potente dosis de asombro que me re imagina…
Interpretar mi informe genómico me hace reinterpretarme, re imaginarme.
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Reflexiones sobre genética y diversidad cultural a través de la lírica tradicional de algunas comunidades del sur de Oaxaca
El presente texto deriva de mi participación en el proyecto “Mosaico genético en México: una mirada desde las artes”, donde se realizó un “estudio genómico de composición ancestral a personas de diferentes disciplinas, ocupadas activamente en el arte y la cultura”. De acuerdo con los ejes que orientan los objetivos del proyecto, a través de los datos genéticos “es posible hacer inferencias sobre la composición ancestral de un individuo, la cual puede verse como un mosaico con segmentos de diferentes orígenes étnicos que cuentan la historia de sus ancestros.”[1]
Por esta razón, con base en mis propios resultados de ancestría genética, en el presente escrito reflexionaré sobre la configuración de algunas prácticas culturales actuales que dan cuenta de este proceso histórico de mestizaje social, cultural y genético. Específicamente hablaré sobre la lírica tradicional de algunas comunidades del sur de Oaxaca, la cual se recrea en el contexto ritual del matrimonio, particularmente en El Fandango y Parabienes. Considero que la lírica tradicional, concretamente la décima, y las distintas fases que constituyen el ritual matrimonial, dan cuenta de los procesos de influencia cultural mutua entre población de distinto origen cultural que interactuaron en este territorio de Oaxaca desde el siglo XVI: indígenas, negros y españoles.
Ver completo: http://mosaicogenetico.mx/cesar-victoria-martinez/
[1] Mosaico genético: una mirada desde las artes, http://mosaicogenetico.mx/proyecto/
¿Qué hay en un nombre? ¿La identidad? La esencia está en el nombre.
ˆ María Antonia González Valerio
¿Qué soy yo? ¿Este entramado de letras y de historias contadas? ¿Mis obsesiones y mis perversiones?
Yo soy la historia de lo que he sido. Y soy también la historia de quienes han sido. Cuentos de fantasmas.
¿Desde cuándo la pregunta por lo que soy hay que investigarla en la materia? Sí, soy un cuerpo…
He sido un cuerpo en las enfermedades y excrecencias. He padecido y habitado un cuerpo. Metáfora de mí. De dolores y placeres.
Siento mi cuerpo, me soy en él.
¿Qué es un cuerpo? La materia. Las partes. Los órganos. La carne y la sangre.
El código genético.
¿El código genético?
Habito mi código genético. Metáfora de mí. Lenguaje propio, íntimo.
¿Lo habito?
Un hisopo y allí va mi saliva. Después, una hoja con números y porcentajes. Desciframiento filogenético de mi código. Moléculas puestas al servicio de la historia, de mi historia, pero sin edipos, ni neurosis.
¿De dónde vengo?
Ver completo: http://mosaicogenetico.mx/maria-antonia-gonzalez-valerio/
“¿Estaré hecha de lo que creo que soy, y si no?”
Tengo que resaltar que el haber sido invitada a participar en este estudio me hizo sentir sin duda privilegiada entre muchos, el simple hecho de tener la posibilidad de saber mas de mi a un grado de detalle inimaginable, creaba en mi un nerviosismo inexplicable.
Lo primero que daba vueltas en mi mente fue el, “que hare con esa información”, información “solo de mi, solo mía, vista de cerquita, que se abre de repente al mundo”. “Uff que miedo”
Esta gran oportunidad sin duda alguna generó una gran curiosidad y expectativa, sembró esa necesidad de querer saber mas de la trayectoria de mi familia a lo largo de ¿los siglos?.
“¿Estaré hecha de lo que creo que soy, y si no?”
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CAJA
Soy la rapiña de mi antepasado marino holandés; soy los cuatro nombres de mi abuelo zapoteco.
Soy el mayoneso; soy el Charles.
Soy el trabajador ilegal y soy la mirada hermética del estudiante de anatomía.
Soy la pregunta que se pregunta a sí misma, y no se encuentra.
Soy la pregunta que se pregunta sobre sí misma, y se pierde en las siete letras de su primer apellido.
Soy un cajón, y otro, y otro. En el cajón de arriba hay una imagen de dudosa procedencia, en el de en medio un acta de nacimiento mal transcrita, y en el de abajo el mapa de un mundo que ya no existe.
Soy el desorden cotidiano de las vidas entremezcladas, y soy también el falso orden de
la imposición racial.
Soy un rompecabezas cúbico, eternamente a medio construir.
Mosaico Genético: Identidad y género. El dilema de la Malinche más presente que nunca
La Malinche o Malintizin, jugo un papel importante durante el periodo de la conquista, pues era más que la traductora y comunicadora, fue la consejera de Hernán Cortes, el conquistador, y su participación fue clave porque le permitió a Cortes tejer las alianzas para derrocar al gran imperio Azteca. La Malinche hablaba la lengua náhuatl y la maya porque recibió una educación que estaba reservada, en su época, a las familias con una posición privilegiada, lo que a su vez le facilitó el aprendizaje del castellano.
La colaboración de esta enigmática mujer indígena tiene un valor simbólico innegable en la formación de la actual nación mexicana, porque, además de tener un hijo con Hernán Cortés, da origen al mestizaje representando el enlace de las culturas que conforman un nuevo país. El dilema de la Malinche es ser personificada como la traidora que, seducida y/o sometida, vende a su gente al líder extranjero, haciéndola merecedora del rechazo de la sociedad de donde es originaria. Asimismo, tampoco encaja en la sociedad de españoles recién llegados, por ser considerada una india de inferior categoría. Para ser aceptada tiene que asimilarse, evangelizarse y transformarse en Doña Marina, como la bautizan los españoles.
Según Hernández A. (2oo5) ¿Cómo puede ser considerada una traidora una esclava a la que han excluido de su sociedad y que vio en los españoles la esperanza de mejorar su vida?
Lo cierto es que para ciertas feministas la Malinche representa la búsqueda de un espacio seguro en un momento de ruptura de un imperio donde las mujeres eran sometidas y sacrificadas. En este contexto, la vía es la asimilación a la nueva sociedad, lo que significo convertirse en….., transformarse en …., para integrarse a una cultura que se suponía era mejor, más evolucionada, por lo tanto superior, y así, lograr tener un lugar. No obstante, la profunda raíz ancestral no desapareció sufrió una metamorfosis, a pesar de que quedó enterrada gran parte de su riqueza cultural.
El nacimiento de esta nueva cultura tendría que haber puesto en el centro a los representantes de la misma, los mestizos, pero no fue así, durante siglos siguió siendo dominada y organizada por los criollos, que establecen estructuras y jerarquías sociales desiguales, dejando al margen a los portadores de las culturas originarias, y a la mayoría de los mestizos, en este entorno de desventaja las mujeres fueron las menos favorecidas…
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Yo no soy yo y soy
Yo no soy yo
como el paciente zapatero no fue, el religioso padre
de Francis Crick, no el dogma sino la física,
cierto atardecer en las márgenes del río Nene,
la curvatura y el peso de las ramas de un árbol.
Yo no soy yo y soy
la canción de cuna que tarareaba mi madre,
las especias y el fogón de la cocina de mi abuela,
la forma de caminar de mi padre rápida, nerviosa,
de animal encerrado.
Yo no soy yo y soy
cuando veo reposar el largo cuerpo del amado,
sus movimientos pausados, distenso
el tendón y el ligamento, su sueño
heredado entre continentes.
Raíz no somos, seca por dentro,
sin la aleación de las moléculas
y sin embargo somos la memoria del árbol,
el fluir del río, cierta luz en nuestros rostros.
El proyecto del Mosaico genético me ha llevado a imaginar...
El proyecto del Mosaico genético me ha llevado a imaginar, escondido en mis células, un complejo código secreto que recoge una larga historia, que rebasa irremediablemente el legado inmediato de mis padres y abuelos. Me gusta pensar que, en mi cuerpo, se manifiesta la memoria genética de personas que habitaron el espacio indoamericano –esa parte que llaman Mesoamérica— miraron el horizonte mediterráneo, sintieron frío en las montañas del Punjab (¿o tal vez Cachemira?) y caminaron por las tierras africanas donde se originó la vida humana. Cuando intento “mirar” hacia atrás –sería mas preciso decir “adentro”— imagino espacios y tiempos que, aunque “objetivos”, para mí son borrosos, espectrales e irreales.
Leer completo: http://mosaicogenetico.mx/itzel-rodriguez/