(Ciudad de México, 1971) Es escritor, paseante y editor. Cursó la maestría en Filosofía en la UNAM.
Ha escrito los libros de poemas El decir y la mancha (1994), El cazador de grietas (Premio Nacional de Poesía Joven Elías Nandino 1998), Envés (2003), Pasmo (2003), A pie (2010) y Nu)n(ca (Premio Internacional de Poesía Manuel Acuña en Lengua Española 2014). Entre sus libros de ensayo destacan: Sombras sueltas (Premio Rousset Banda de Crítica Literaria 2006), La escuela del aburrimiento (2012), Historia descabellada de la peluca (finalista del premio Anagrama de Ensayo 2014) y Una caja adentro de una caja adentro de una caja (Impronta, 2015). También ha escrito libros para niños: Las aventuras de Max y su ojo submarino (Premio Hispanoamericano de Poesía para Niños 2006 y Premio FILIJ por Mejor Libro Ilustrado en 2008, traducido al portugués por SM) y Los calcetines solitarios (2011). Fundó el sello Tumbona Ediciones. Es codirector del centro cultural independiente y librería La Murciélaga, además de Secretario de Redacción de la revista de creación y crítica musical Pauta.
En busca de sentido
El cartel es de 60 x 90 cms y la idea es que se imprima a dos tintas. El cartel despliega una larga secuencia de letras (ACGT), las más conocidas de nucleótidos, y consiste en un ejercicio un tanto dadaísta de encontrar, como si se tratara de una sopa de letras, algún sentido en todo ello, aislando palabras significativas y componiendo a partir de ellas una suerte de poema visual desoxirribonucleico.
Considero que, en alguna u otra medida, todos nos acercamos a nuestro mosaico genético en busca de sentido. A través de preguntas del tipo: ¿de dónde vengo?, ¿cuáles son mis orígenes? ¿qué mezcla me constituye?, queremos entendernos, procuramos ubicarnos en un árbol genealógico que ni siquiera sospechábamos. Esa búsqueda de sentido, en la que de algún modo sentimos la necesidad de abrazarnos con nuestros ancestros, con los lazos que establecieron y sus migraciones, me dio la pauta para delinear el trasfondo conceptual de mi interpretación artística. Tomé como base las subunidades de los nucleótidos más célebres (las siglas de la adenina, citosina, guanina y timina) y, a partir de una secuencia al azar, desplegada sobre el papel como si se tratara de una sopa de letras que esconde algún significado vital e íntimo, me puse a rastrear las palabras en las que encontraba un significado (en última instancia, la clave de toda secuencia genética es su capacidad para transportar información). La idea era ir resaltando esas palabras en busca de la oración o del mensaje que podría formarse con ellas, bajo la consigna de que, como en toda búsqueda de sentido, mucho de lo que encontremos dependerá precisamente de aquello que buscamos, de lo que proyectamos sobre ese fondo en el que queremos ubicarnos, pero también con un margen para la sorpresa y acaso la revelación. Mientras hacía distintos ejercicios con base en estas premisas, advertí que las combinaciones entre esas letras (ACGT) da como resultado, al menos en español, palabras en buena medida escatológicas, algunos verbos en imperativo, desde luego asonantes, cuya combinación tenía algo de trabalenguas e introducía una atmósfera bufa, delirante y tartamuda, por lo que inesperadamente la frase o mensaje que buscaba se fue inclinando hacia el humor, y al final fue conformando una suerte de poema visual dadaísta que, por la abundancia de letras «A», me imagino que podría ser leído en voz alta con acento japonés un tanto marcial (aunque en mi mapa genético resultó que tengo muy poco de japonés…), a fin de enfatizar el timbre chusco de toda la pieza. De ser posible técnicamente, sería ideal que el cartel se expusiera con la posibilidad de escuchar la grabación de su lectura.